Si no conoces al mejor doctor de Miami te recomiendo que leas los relatos anteriores:
[+18] La consulta del doctor Polla
En pleno distrito de Brickell, Miami, una consulta médica se oculta discretamente en un edificio acristalado. El acceso a la consulta es fácil, sin trabas, pero poco intuitivo. No hay letreros ni señales que anuncien que allí se solucionan problemas médicos y la intención es clara: salvaguardar la privacidad del paciente y sólo permitir los accesos con …
[+18] La consulta del doctor Polla (2)
Amanece un nuevo martes en la consulta de Brickell. El Doctor P. llega a su discreta clínica donde le espera su recepcionista, Celeste.
Si ya lo conoces, te presento la tercera entrega de este gran profesional.
Mister Polla ayuda a hombres, mujeres y a parejas a superar cualquier dificultad médica relacionada, sobre todo, con la sexualidad. En esta ocasión se le presentaba un caso no muy frecuente: un paciente al que no se le levantaba y cuya relación estaba al borde de la crisis por no poder satisfacer a su mujer.
—Bienvenidos a mi consulta. Espero que Celeste os haya atendido bien en la entrada.
—S..sí, todo bien. Gracias por su tiempo doctor. —Respondió el paciente algo nervioso por el tema en cuestión.
—Su caso se puede solucionar de varias formas, pero me gustaría que medicarse permanentemente sea la última opción, dado que tiene riesgo de infarto. —Les comentó Mr. Polla.
—Doctor… —interrumpió la mujer del paciente— las pastillas para la erección no funcionan. Hemos tenido ya varios disgustos por abusar de ellas y el resultado ha sido nulo.
Por un momento el médico se vio sin respuesta. Si la medicación no funcionaba, si atacar la parte puramente biológica no tenía efecto, sólo quedaba la vía psicológica. Y esa no era su especialidad. Pero nunca tiraba la toalla.
—En ese caso, queridos pacientes, vamos a hacer dos cosas: estimulación prostática y estimulación visual. ¿Se excita con el porno?
—Sí, cuando estoy muy relajado suelo ver porno y aunque me cuesta que se me levante, consigo eyacular alguna vez. —Contestó el afectado.
—¿Qué porno ve usted, señor?
—Bueno, ya sabe, lo normal: lésbico, hetero, orgías…
—¡Y de cornudos! —Dijo su mujer levantando la voz, y con una cara un poco enfadada.
—Cariño, no veo porno de cornudos. Ya sabes que soy muy celoso.
—Sí que lo ves. He consultado tu historial de búsquedas en el ordenador y he visto cómo solo buscas “cuckold”, “my wife” y cosas así. Doctor, a mi marido le ponen ese tipo de vídeos, que usted lo sepa.
El paciente se resignó con la cabeza y confirmó lo que su mujer decía.
Nuestro médico asintió también, dando por recibido el mensaje y le comentó que si ese era el porno favorito, habría que tenerlo muy en cuenta a la hora de solucionar su problema.
Acto seguido le pidió que se quitara la ropa y se pusiera en un sillón de su consulta. Acercándole papel, un pequeño dildo curvado y lubricante le pidió que levantara sus piernas y que confiara en él.
—Vamos a estimular su próstata con este dildo. Por favor, deje al margen cualquier prejuicio e intente eliminar de su mente todos los pensamientos negativos. Tiene que estar calmado y relajar su esfínter para poder introducirle el instrumental.
Sin discutir, levantó sus piernas y el doctor le masajeó un poco el culo con los dedos y algo de lubricante para después apoyar la punta del dildo y empujarlo sin mucha delicadeza. Un pequeño brinco, seguido de un gesto de calma por parte del médico hicieron que el estimulador de próstata entrara por completo.
Al apoyarse en el asiento de nuevo con el aparatito en el culo su pene se hinchó casi de golpe, hasta el 50% de su totalidad (más o menos). Eso fue muy buena señal, pero faltaba el otro 50%.
El médico le masajeó un poco más el perineo y consiguió que la semi-erección fuera permanente.
—Muy bien, vamos bien. Ahora le pondré un vídeo de sus favoritos para que la estimulación psicológica termine de hacer el trabajo.
Tras varios minutos viendo cómo un negro de 100kg le destrozaba el culo a una mujer delante de su marido, calvo y con un poco de barriga, que esperaba sentado al borde de la cama, el pene del paciente se estimuló un poco más pero seguía sin ser suficiente.
—Me temo que la estimulación psicológica va a tener que ser algo más fuerte. Les voy a proponer que hagamos una sesión en directo hasta que la polla de su marido esté preparada para penetrarla. Si confían en mí y en mis técnicas estaré encantado de ayudaros. Si no es así lo entiendo, pero me temo que seguirán sin poder follar bien durante un tiempo.
La mujer se quitó el vestido de un solo golpe.
—Cariño, te la empezaría a chupar, pero sabemos que cuando hago eso se te baja.
—Lo sé, adelante doctor. —Respondió el paciente. —Confío en usted.
En ese momento el médico cambió su rol por completo. Se acercó al paciente y con una orden seca le pidió que le desabrochara el pantalón y le sacara la polla.
—Así, perfecto, déjale libre el miembro a tu mujer para que se lo pueda comer enterito.
La polla del paciente reaccionaba. Se puso algo más tiesa.
—Venga aquí, señora, necesitamos que esto sea real. Póngase a poca distancia de su marido y comience a chupármela. Tiene que poder olerla y oírla de cerca para tener el mayor efecto posible.
La mujer se puso de rodillas y sin pensarlo miró a su marido con cara de zorra para luego meterse de un golpe la polla en la boca. El espectador estaba nervioso pero se retorcía, en una mezcla de placer y celos. Su polla, seguía en aumento.
—glup, glup, glup… ¿te gusta eh, cabrón? Mira como me la trago.. ahhgglup, glup, glup.
La mujer seguía metiéndose la polla de su médico hasta la campanilla y su marido comenzaba a sufrirlo en el buen sentido. Conforme más se entristecía y se indignaba, más se le levantaba.
En una de esas la mamadora (experta, por cierto) se giró hacia su marido y le dio un fuerte beso con lengua con los jugos de la polla del corneador. Su toro estaba bastante excitado y le agarraba la cabeza por los pelos para que siguiera chupando sin descanso. Los ojos llorosos anunciaban un descanso en el juego.
Tras otro beso, la mujer se levantó y le pidió a su cornudo que le chupara el culo para lubricarlo. El médico puso su polla cerca de la boca del paciente y éste no se lo pensó dos veces. Comenzó a chupársela también y a dilatar el culo de su mujer con los dedos. Cuando ya estaba a punto el doctor le pidió que se la metiera, y obediente, apuntó el glande contra el ano de su esposa y dejó que el macho de ese “trío” hiciera el resto.
A escasos centímetros de la cara, la polla de otro hombre estaba follándose el culo de su esposa por primera vez. Esa era la escena de las películas que tanto le ponía. Esa era la escena que ahora tenía justo delante de su boca y podía oler.
La mujer puso una pierna encima de la de su esposo y abrazó fuerte la cabeza, acariciándolo y dándole las gracias por la sesión a la que la había traído. No dejaba de preguntarle si le gustaba, si le parecía bien que una polla dura de verdad le diera lo que él no podía. Y que si se iba a beber la leche del médico directamente de su biberón o iba a dejar que le inundara el culo.
Con toda esa verborrea, nuestro maestro de Miami se excitó demasiado. Su polla se hinchó al máximo y comenzó a convulsionar dentro del culo de la mujer del paciente.
Con unos gemidos en voz alta anunció la corrida. Derramó una gran cantidad de semen en las paredes anales de la señora y ella se quedó congelada por unos segundos.
—No has dicho nada, cornudo. Al final me ha llenado mis entrañas de su semen y tú has dejado que eso pase. Ahora te la vas a beber entera.
Nada más sacarse la polla del médico de su destrozado culito se lo acercó a su marido. Éste abrió la boca y dejó que cayera el chorrito de néctar en su lengua.
—Trágatelo, cabronazo perdedor. ¡Trágatelo todo y déjame el culo bien limpio!
—Señora —interrumpió el doctor —parece que el tratamiento ha funcionado. Su marido tiene una erección de caballo.
El hijo de puta se había empalmado al 100% al saborear la corrida del Sr. Polla. Metía la lengua en el culo de su mujer y junto con la presión del dildo que tenía él metido, había conseguido estar erecto.
La mujer lo comprobó y se sentó sobre ella rápidamente. Entró muy fácil porque la tenía más pequeña que el anterior huésped. Tras 10 o 15 sentadillas comenzó a correrse también dentro de su mujer. Eso, de alguna forma, significaba que la estaba reclamando como suya. La última posesión había sido la de su marido. Y era un premio por haber aguantado la sesión de “cuckold”.
Y el tratamiento había funcionado. Ya sabían que con una buena estimulación psicológica la pareja iba a poder tener sexo sin dificultad.
Aunque, bueno, la única dificultad sería la de encontrar un corneador que quisiera estar siempre ahí para ayudarles.
Un abrazo,
Laura.
Мне очень нравится💓
Excelente, muy bueno, cada vez más morbosas las historias del doctor