Ya han pasado unos meses desde aquellos dos episodios. Si no sabes a qué me refiero te recomiendo que le eches un vistazo a los relatos que te dejo a continuación:
Bueno, Guille se vio envuelto en una serie de acontecimientos hace un par de semanas, que difícilmente logra comprender. Su suegro, buen hombre pero inactivo sexualmente, propuso ir a visitar Marrakech, en Marruecos. No solo lo propuso sino que se presentó con cuatro billetes comprados.
La suegra de Guille lo miró con media sonrisa al enterarse y él disimuló. Cualquier oportunidad era buena para lamerle los huevos al yerno y recordar las jugadas anteriores.
Lo cierto es que se vieron en el avión, camino de Marrakech, y Guille intentando disimular que por los maduros labios de esa señora había deslizado su polla con gusto semanas atrás. Era dirigirle la palabra y notar como sus huevos recibían una nueva remesa de esperma deseando ser liberada.
La mujer de Guille no se percataba de nada. Era una de esas personas a las que todo le cae bien y la verdad, su relación con el marido no tenía ningún problema. Dejando a un lado que su madre se moría por atragantarse hasta la campanilla con el pene de su amado esposo.
Llegaron a la ciudad y ya en el edificio “palacio” donde se alojaban, subieron en ascensor hasta la tercera planta, donde estaban sus suites. La suegra de Guille no había entendido muy bien cómo funcionaba el islam, porque se había vestido con un conjunto de tenista que está muy de moda. Una camiseta ajustada que dejaba marcado un gran y sugerente escote, y una falda que volaba y dejaba ver la parte más alta de sus muslos. Debajo de esa falda llevaba unas braguitas negras deportivas y calzaba unas zapatillas de deporte blancas con algo de tacón.
De repente, ese culo se había apoyado en la cintura de Guille. No se explicaba cómo había sucedido pero ahí estaba: en un ascensor con su mujer al lado y su suegra arrimándole las nalgas para provocarlo. Ni siquiera lo miró. Solo rozo estratégicamente la zona para que su polla empezará a hincharse. Cuando la puerta se abrió, la mujer hizo el gesto de empujar hacia atrás para dar un paso al frente, apretando aún más sus glúteos contra el yerno.
Vale vale, no pasa nada —pensó Guille para sus adentros.
—¿Bueno cuál es el plan? —Preguntó él antes de entrar en la habitación.
—Pues aún faltan unas horas para cenar, así que yo me iría a un mercado a ver ropa y algunos complementos. ¿Te apetece, mamá?
—La verdad es que estoy un poco mareada del viaje y me gustaría tomar un té aquí en el hotel antes de ir a ningún sitio. Guille, ¿me acompañas, por favor?
El pobre muchacho no daba crédito. No le quedó otra opción que aceptar mientras su mujer se iba con el padre de compritas.
—¿Qué tramas, suegra?
—Nos vamos a dar un masaje.
—¿Un masaje? —Preguntó Guille sorprendido.
—Sí, he leído que aquí en Marruecos hay unos sitios donde te bañan a fondo y te dan un masaje totalmente desnudos. Me pone muy caliente la idea y me apetece ir contigo.
—De acuerdo. Voy a buscar alguno en internet y si está cerca nos vamos para allá. —Respondió él.
No costó ningún trabajo encontrar decenas de sitios. Fueron al que mejor pinta tenía huyendo de trampas para turistas y al llegar se encontraron con la sorpresa de que tenían que estar en dos salones separados. Uno para mujeres y otro para hombres. Estos árabes…
La suegra de Guille iba preparada. Sacó 300 dírham y se las dio a la chica de la recepción. Entonces los llevó a un tercer salón, más pequeño pero privado, y donde podían estar en camillas uno al lado del otro. Ese salón era premium porque entrar ahí significaba que las masajistas no solo te bañaban, sino que también te masturbaban hasta que cumpliera el tiempo (2 horas).
Se desvistieron y comenzó la ceremonia. Con unos calderos de metal llenos de agua caliente le pasaron esponjas de varios tipos por todas partes. Esta primera parte no era nada erotica, la verdad, porque más bien parecía que te estaban maltratando por estar sucio. Chillidos se escapaban de la boca de la mujer al notar la esponja pasar, ásperamente, por su coño, culo y tetas. Un espasmo de dolor también invadió el cuerpo de su yerno al notar que le lavaban la polla sin miedo y con fuertes brazadas.
Ya tranquilos y limpios se tumbaron boca arriba en las camillas y comezón el masaje. Guille ya estaba empalmado y su suegra lo miraba con la cabeza girada en la almohada. Se relamía soñando con tragarse esa leche de nuevo.
Las chicas hacían lo propio de un masaje. La de su suegra pasaba las finas manos por la barriga y pubis acariciando de vez en cuando el clítoris. Apretaban el entorno para que asomara y volvían a soltar. La de Guille le estaba pasando un dedo por el ano mientras que con la otra mano le hacía una paja muy muy lenta y lubricada. Al cabo de 10 minutos el yerno pidió que pararan porque se iba a correr. Entonces se levantó de la camilla queriendo irse y su suegra le hizo una señal a las chicas. Les indicó que fueran a su bolso y cogieran algo.
Al abrir el bolso encontraron un sobre con otras 300 dírham. Así que se fueron de la sala y dejaron a la pareja solos durante los últimos 20 minutos.
—Guille por favor..
—No. Ya está bien de este juego.
—Necesito que me folles, lo necesito mucho.
—Suegra, ¡ya está bien!
—Venga, ven, si estás muy caliente como yo. — Dijo mientras le agarraba la polla con una mano y acercaba su boca a su pezón.
La suegra estaba usando su herramienta más potente de nuevo y estaba funcionando. Guille se puso durísimo y la tumbó contra la camilla con los pies en el suelo. El culo de su suegra estaba ante él y pedía penetración sin piedad.
El yerno cogió uno de los instrumentos de maderoterapia que tenia allí a su mano. Era un mango curvado en forma de interrogación, cuya punta se afinaba asemejándose a un garfio, pero de madera.
Introdujo el garfio en el culo de su suegra al mismo tiempo que ella soltaba un fuerte gemido de dolor. Deslizándolo tres veces consiguió que entrara hasta el fondo con el lubricante del masaje y dejó el instrumento apretando sus intestinos a modo de clip, con el mango hacia arriba para dejar libre el resto de su entrepierna.
Iba a ser el polvo más corto de su vida. El pobre Guille se estaba viendo obligado de nuevo a calmar el deseo de su suegra y lo tenía que hacer a base de empujones. Acercó la polla a la entrada de la vencida vagina y la metió de golpe hasta los huevos. Un nuevo gemido de esa madura hizo saber a las masajistas de todo el hammam que allí se estaba cociendo un buen polvo.
La suegra agarró con fuerza las sábanas y tiró de ellas conforme la polla de su yerno entraba y salía en su coño. Tres minutos más tarde Guille estaba agarrando a esa mujer por los hombros y apretando todo lo que su cuerpo daba contra ella. Las nalgas se aplastaron contra los cuádriceps del muchacho y el garfio de madera se le clavó hasta lo más profundo. La corrida de ese semental estaba ya en camino y nada la podía frenar.
Un río de espermatozoides inundó la cavidad de su suegra. Chorros de espesa y jugosa leche entraron hasta el fondo de sus entrañas con cada convulsión de su polla. Le soltó los hombros y dejó dentro su trozo de carne hasta que ambos se calmaron y deshincharon lo suficiente. Sacó el garfio de madera muy despacio y su polla también. Al salirse cayó un chorrito en el suelo y su suegra se dio la vuelta para besarlo dándole las gracias.
—Menos mal que has venido conmigo —Decía mientras por sus muslos corría el néctar de Guille —Pero lo has hecho mal.
—¿Mal? —Preguntó él.
Mmm…srrlurp…mmm —Quería bebérmela, no que me preñaras el coño —Dijo su suegra mientras cogía con los dedos la leche que caía por sus piernas y se la iba llevando a la boca para saborearla.
—Lo siento suegra.
—Lo siento no, que antes de irnos de Marruecos me vas a llenar la garganta de leche de nuevo, te guste o no.
Guille agachó un poco la cabeza y su suegra le dio un último abrazo.
—Venga, vístete y ve tu delante camino del hotel por si acaso mi hija y mi marido han llegado. Si ya están allí diré que he ido a buscar una farmacia y tú, invéntate lo que sea.
Esa noche transcurrió en familia con total normalidad. Cenaron y disfrutaron de una guía nocturna por Marrakech que su suegro había contratado.
Quedaban tres días de viaje.
Quedaban tres oportunidades de, de nuevo, llenarle la garganta de leche a su suegra.
Espero que te acordaras de Guille y su suegra, y que te haya gustado leer de nuevo sus aventuras. Comenta si te gustaría un relato sobre el cierre del viaje.
Un beso,
Laura